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Al periodista sin periódico (y II)
José Antonio Dominguez Mateos
nene@jerez.es

Pues eso. Que les contaba yo en el primer artículo la opinión que en mí suscitaba el primer artículo que publicó un señor acerca de la Coronación Canónica del Valle y ahora en el segundo pretendo hacer más o menos lo mismo. Más o menos, que no igual. Que total. Ya ha pasado algún tiempo y los ánimos caducan, y ahora más que ponerme flamencote me apetece recobrar un poquito las maneras y finiquitar el asunto con algo más de seriedad. El asunto, a fin de cuentas, lo merece.

No sorprende, en absoluto, el derroche de demagogia en el segundo post o como se llamen las entradas del blog del periodista sin periódico, porque de eso ya hubo de sobra en el primero al que hice referencia. Sorpende algo más que en el segundo se incline por adoptar una postura cuasi catequética, explicándonos, con solemnes citas bíblicas incluidas, cuál es el cristianismo verdadero, el puro, el esencial, el suyo. Tan divino y celestial que al cerrar los ojos, dice, ve a la Virgen María de cháchara con su prima. Posicionamiento desde el que luego, generosamente, se digna a explicarnos bien eso de la fe y la devoción a las imágenes, para enseñarnos a los cofraditos de esta ciudad las diferencias entre eso y la superstición fanática y la idolatría. Recordándonos, astutamente, que las Imágenes son de madera, y no son la Virgen en persona. Argumento ante el cual, nosotros los cofrades deberíamos sucumbir y reaccionar para salir del error, alumbrados por la ilusión del descubrimiento del camino correcto que él nos señala.

Lo que pasa es que hay días y días. Y a mí cuando lo leí no me cogió con ganas de tragarme todo eso. Y hoy, que escribo esto, pues tampoco. Ya ven. No coló, ni cuela. Entre otras porque voy siendo perro viejo -canoso, con achaques y cascarrabias- en esto de las cofradías, y lo de confundir idolatría con devoción o viceversa sé de sobra que estará a la mano de cualquiera, pero no de un cofrade. Al menos de un cofrade que merezca ser llamado tal. Otra cosa es que visto desde fuera la cosa se antoje confusa. Pero es la propia ignorancia del observador ajeno la que difumina y vuelve borrosa la realidad que contempla, y no al revés.

El asunto, en cambio, es más sencillo. Del mismo modo que, en efecto y de acuerdo al dramático ejemplo puesto por él mismo, a la gente le mola tener la foto de su difunta madre, esposa o lo que se tercie en el marco más digno conforme a sus posibilidades, le mola lo de coronar a Vírgenes, regalarle bordados y brochecitos de oros y cosas así. No porque imaginen que eso les va a reportar un número determinado de favores materiales tangibles (salud, dinero, trabajo, etcétera) sino porque sienten esa pequeña obligación que en esta tierra se ha tenido siempre por honrar la memoria de los ancestros, entre los que cada cada cofrade incluye, sin lugar a dudas, a Jesús y María. Es más eso que lo otro, porque lo otro es más propio de gilipollas y aquí seremos cualquier cosa pero no gilis. O no tan.

Donde desisto de entrar es en ese alegato progre en contra de la Iglesia. Eso de luchar por los rechazados de una Iglesia cruel y apartada de su verdadero sentido y todo eso. Ya saben. La Iglesia que margina, la que esclaviza y atonta, la que oprime y coarta. La misma milonga de siempre, superada desde hace mucho a niveles teológicos y filosóficos. E históricos, sobre todo desde que la caida de los regímenes socialistas puso en jaque a todo el pensamiento posmodernista. Del daño que esas versiones, sobre todo las más maleadas y demagogas han hecho y hacen en el seno de la Iglesia, nos ocuparemos en otro artículo, si gustan.

Así que bueno. A pesar del gesto noble y generoso que ha tenido el amiguete periodista en reconducirnos por el buen camino, le tengo que decir que nones. Que puesto a reconducir a ovejas descarriladas opte por mirarse al espejo y reconduzca allí lo que le de la gana, porque las cofradías y los cofrades ya nos las arreglamos la mar con nuestros siglos de Historia y de Iglesia y con nuestro barroquismo tan andaluz y tan popular que lo mismo te Corona Vírgenes que llena las calles y las Iglesias en torno a un Crucificado. Nos va divinamente sin periodistas sin periódicos que, presos de la ignorancia, olvidan todo eso.


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