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El libro de los gustos
José Antonio Dominguez Matéos

El libro de los gustos, dicen, está en blanco. Así que, suponiendo que eso sea cierto, me voy a ahorrar decir algo acerca de lo que opino personalmente de la pantalla gigante que nos han endiñado este año en la Carrera Oficial con objeto de que la cosa cofradiera llegue a cuanta más gente mejor; sobre todo, supongo, si así logra ver algo quien esté abonado a un palco de esos con árboles, palmeras, farolas y demás obstáculos que le cieguen la vista. Acepto por tanto esa murga la impoluta naturaleza del libro ese de los gustos y me envaino toda crítica posible sobre ello.

Es más. No sólo rehúso a la crítica, sino que me voy a permitir sugerirle a quien corresponda la gestión de la grotesca tele unos consejitos que estimo de interés para su mejor aprovechamiento. Por ejemplo, que en vez de reproducir en directo o diferido la transmisión del paso de las cofradías por los distintos puntos de la Carrera Oficial, podrían optar por alguna selección de películas Disney o por conectar alguna videoconsola, a fin de que la masa ingente de niños tenga alguna atracción –y distracción– más poderosa que la de joder a los nazarenos con sus insolentes y descaradas exigencias de cera –“dame cera o te quito el cirio”– mientras los papis sigan a lo suyo, que es estar tranquilos en el palco y dejarse ver por la vecina o la cuñada que están enfrente viendo las procesiones de pie. Así, entre otras cosas, nos ahorramos que un año un nazareno se harte de collejas, amenazas, tirones del cirio, empujones e insultos y le cruce la cara un enano maleducado y luego le aclare cuatro cositas acerca de cómo educar a un hijo a los padres, pero cirio en mano. Por eso, hagan el favor de tomar seria nota, que esto puede venir de perlas.

Pero por si acaso no les convence esa primera sugerencia tengo algunas más, no crean. Que aprovechen los del PSOE, verbigracia, para proyectar, entre cofradía y cofradía, un video en el que expliquen eso del manifiesto de laicidad; porque, qué mejor momento que ese, con la gente metida en ambiente y una pantalla visible desde, cuando menos, Trebujena. O que, cada vez que aparezca una cofradía en pantalla, aprovechen la imagen para añadir unos créditos en los que se desglose la cantidad de dinero municipal invertido en esa cofradía en los últimos diez años, patrimonio inmobiliario incluido. Y más cosas que se me ocurren, pero la página no da más de sí y ustedes, si siguiera, podrían darle al aspa roja esa que tiene esta ventana en el marco superior derecho y no abrirla más en la vida, por coñazo. Así que, finito.

Total. Yo ya me doy por satisfecho. Ahora sé de corazón que el libro de los gustos está verdaderamente en blanco. Debe ser, está claro, porque siempre nos empeñamos en rellenar sin cesar las páginas del de los malos gustos.


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