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Lo que yo les cuente
José Antonio Dominguez Mateos
Después de que el amigo Penumbra le diera el cerrojazo a Sercofrades –ya ocurrió lo mismo, tiempo atrás, con Ultimotramo.com–, me quedé sin plaza pública donde colgar semanalmente un folio y medio en el que solía contar mi parecer acerca de la cosa cofradiera, sin que nadie se molestara en exceso; asunto que, por cierto, deduzco del hecho que nadie luego viniera a molestarme en exceso a mí, con lo que siempre resultó algo cómodo, además de entretenido. Así que al final, pasados algunos meses de aquello, uno lo iba echando de menos y justo cuando barajaba pedirle –con mucha vergüenza, eso sí–, a Adrián que me hiciera un hueco donde poner mis pamplinas, va éste y me comenta que tiene preparada una sección de opinión para su página y que había contado conmigo como para que me dejara caer mandando pamplinas. Y aquí me tienen, aporreando otra vez las teclas. De pamplinoso.

Negarse hubiera sido algo imbécil. La página se trata de una de las más visitadas de este mundo cofradiero virtual y su creador y responsable, Tiniebla, amigo mío; por otro lado, la temática de este portal es la costalería, y con ese asunto a uno le tocan la fibra de momento; puestos a opinar sobre cofradías –con lo que ello pueda conllevar–, mejor hacerlo en un lugar como éste, en medio de un contexto absolutamente costalero, donde uno se siente como en casa. Como ven, el asunto era cosa hecha; un caramelito irresistible, si me permiten la cursilada

Y aquí estoy, con sonrisa de oreja a oreja, mostrándoles estas líneas a modo de carta de presentación. Vengo a contarles, en definitiva, una visión personal de nuestras Cofradías, de sus cosas y sus ambientes. Habrá historias personales reales y otras ficticias, pero que son tanto o más verosímiles que las anteriores. Habrá textos tristes, alegres, serios, polémicos y ariscos, porque no serán más que una prolongación de mi propio ser cofrade –hay cosas que marcan, Daniel–. Eso es lo que les puedo ofrecer yo. El resto, lo más importante sin duda, lo ponen ustedes: su lectura y atención. Por ellas les estoy, desde este mismo instante, eternamente agradecido.

Y que sea lo que Dios quiera.


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